martes, 2 de noviembre de 2010

The town. Ciudad de ladrones (The town)


Valoración:Buena

Ben Affleck nunca ha sido un gran actor (eufemismo). Hasta la fecha, su única interpretación digna de mención se produjo el año pasado en La sombra del poder, donde interpretaba convincentemente a un político corrupto. Sin embargo, en otras facetas cinematográficas parece poseer talento. Ya obtuvo un Oscar ex-aequo con su buen amigo Matt Damon por El indomable Will Hunting. Después se pasó a la dirección con la más que correcta Adiós pequeña, adiós (y el corto Gimme Shelter). Y ahora confirma su paso firme en la realización con The town, una película de cine negro, con cierto aroma a clásico, rodada de forma bastante eficiente.

Estamos ante una película de ladrones de las de antes, con todos los elementos: un atracador que pretende dar el último golpe y retirarse junto a su gran amor, un policía que pretende todo lo contrario, miembros del hampa muy poco recomendables que enturbiarán la historia y un final dramático con ciertos aspectos impredecibles.

La primera gran influencia que observamos llega de la aclamada serie The Wire, sobre todo en la forma de proceder de los investigadores. Destacaré aquí al mejor personaje de todos, un agente federal perfectamente encarnado por Jon Hamm, protagonista de otra célebre serie: Mad Men. Se trata de un policía de verdad, una versión muy realista de un sabueso, que intenta intimidar a los sospechosos y adelantarse a sus planes, aunque no siempre lo consigue. Eso dejará un poso de frustración que Hamm sabe interpretar muy hábilmente. Con mucho el mejor personaje de todo el film.

Ya que hablamos de series, Affleck parece haber advertido la gran influencia de la pequeña pantalla durante los últimos diez años, período al que he calificado varias veces como "la edad de oro de la televisión". De ahí que busque la complicidad del público con referencias a C.S.I. o Bones, además de las influencias antes comentadas.

Podríamos dividir el argumento en cuatro partes. Por un lado está la acción, en la que destacan la puesta en escena y el manejo de cámara en los tres atracos del film, dignos del mismísimo Michael Mann. De hecho se adivinan ciertas influencias de Heat en la filmación de dichas secuencias. Pero también, siguiendo con ese aroma a clásico ya citado, evocaremos películas como French Connection, Bonnie and Clyde o incluso ese maravilloso western titulado Dos hombres y un destino, exceptuando un pequeño exceso de primeros planos en los momentos de mayor violencia.

La segunda parte sería la historia de amor, verdadero tema central de la película. Es un amor imposible que entrará en conflicto con la profesión del protagonista y sus amigos. La narración del romance es adecuada, ya que el guión sabe pausar el ritmo en los momentos protagonizados por Affleck y Rebecca Hall (El retrato de Dorian Gray, El desafío: Frost contra Nixon) narrados con la mesura y profundidad adecuadas. El problema es que ni ella ni él están a la altura interpretativamente hablando. Ben Affleck tira mucho de abdominales y torso descubiertos para paliar sus carencias como actor, pero no cuela y ella no se muestra  del todo creíble en su rol. Seguramente con otra pareja de protagonistas, el film pasaría de ser una buena película (que lo es) a una gran película.

Después tenemos la trama policial, llevada, como ya he dicho, con mucho realismo y, por último, el drama en clave de cine negro, en el que saldrán a la luz deudas del pasado, sentimientos de lealtad y venganzas.

He hablado de las bondades que atesora el guión a lo largo de este análisis, pero debo recriminarle el maltrato hacia los personajes interpretados por dos ganadores del Oscar como Pete Postlethwaite (En el nombre del padre) y Chris Cooper (Adaptation), desaprovechados de una manera casi insultante por el libreto.

En resumen, la sensación que me queda es de una buena película, que recupera el tono clásico de los thrillers policíacos de los años sesenta y setenta, combinado con la habilidad del cine moderno en la parte correspondiente a la acción, aderezado con una magnífica puesta en escena y una impecable fotografía de la  ciudad de Boston. Lástima que el apartado interpretativo no esté a la altura, exceptuando, como ya hemos dicho, a Jon Hamm.

Habrá que seguir atentos la carrera de Ben Affleck como director porque, ciertamente, tiene muy buena pinta.

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